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EDITORIAL:
¡Queridos todos y todas!
En estos tiempos y espacios sociales, escolares y familiares tan peculiares, volvemos a poner palabra, en este caso escrita…
No son momentos para la originalidad didáctica ya desarmada por el paso del tiempo, los debates por las modas y las denominaciones, las implicancias pedagógicas desvanecidas. las grietas educativas y los obligados/necesarios encuentros de oportunidades significativas asentados en ideas tan criteriosas como acordadas, en certezas provisorias. Creo que son, más bien, tiempos para la solidaridad, el trabajo conjunto y las ideas/producciones compartidas; para los debates valiosos, verdaderos y con sentidos, las tareas respetuosas -a su vez- de la diversidad y de la igualdad tan utópica como posible; tiempos para desarmar y volver a armar con los otros, para desanudar los enredados ovillos y reencontrarnos en la mirada amorosa y profesional que aúna lo afectivo con lo didáctico, para contemplar a la enseñanza como un bien común sostenida en enfoques oportunos y favorecedores, que fortalece los procesos personales y grupales y sostiene aprendizajes significativos y colaborativos como oportunidades merecidas por todos y todas. .
Con la sensación de encontrarme-nos tantas veces al borde del abismo pedagógico, me sitúo en pensar desde la perspectiva del otro, alejada de los posiblemente considerados dilemas educativos morales, creyendo nuevamente en la riqueza e influencia de nuestras acciones como educadores en los procesos infantiles, y centrando -una vez más- la mirada prioritaria en nuestras infancias sostenidas y resguardadas en lo escolar y los procesos de continuidad pedagógica en todas sus versiones (virtualidad, presencialidad cuidada, modalidad mixta o bimodalidad) y en los educadores como hacedores irremplazables y creativos de las máximas concreciones pedagógicas.
Renuevo la certeza del “regreso con gloria” situado y con la bella mochila de lo aprendido pese al dolor de lo transitado, continúo pensando en una escuela mejorada y en el valor profundo de las instancias educativas y los docentes como generadores de las mejores trayectorias escolares. Confío en el sistema educativo y alzo la bandera de una patria llena de opciones…
Por esto convoco a acompañarme en esta editorial a mi querido amigo, periodista rosarino Julio Vacaflor, creador y sostén de un proyecto que nos hace mejores argentinos. Él me decía, en medio de un diálogo intentando reconfortarnos en esos momentos en los que florece la tristeza por lo personal y lo colectivo: “uno es dueño de su palabra y ojo que las palabras crean mundos exteriores e interiores y hay temas que escarban demasiado en nuestros fantasmas y debilidades en lugar de soplar a ese barrilete cósmico que quiere remontar vuelo siempre desde nuestro propio campito… Alta se hizo así, con orgullo, alegría, broncas, hermandad y esperanzas honrando al Manu con las escuelas del país, retazo a retazo: todos distintos, todos iguales. La hicieron colectivamente, de todos los colores y sectores… un orgullo que aún mantenemos; la gente entendió con el corazón consciente que más allá de cualquier coyuntura, alta en las manos de los pibes, permitió superar por un momento las razones o broncas que existieran…
Genuina, alta con los pibes y el Manu como Bandera, van de la mano aferrados a la hermandad que tanto nos hace falta…”.
“Alta en el cielo/Rosario”. Por Julio Vacaflor.
“Sueño de una tarde de Belgrano”
¿Qué día de la semana fue 27 de febrero de 1812…?
¿Estuvo nublado o con sol esa tarde…?
¿Cómo era Rosario cuando aún no era Rosario…?
¿Estaba fresquito? ¿habría mosquitos…?
¡Cuánta alegría sentirá Rivadavia al enterarse!
Aún no existían por aquí: “… el Monumento a la Bandera ni las estatuas de Lola Mora, el puerto ni la estación fluvial; tampoco colectividades, el Parque Nacional a la bandera o el Pasaje Juramento.
Tampoco el Concejo Deliberante ni el edificio de Canal 5 tv; ni vendedores de panchos y pororó y mucho menos: la Avenida Belgrano. Sólo había barrancas, un pequeño caserío de apenas 131 casas y una Capilla en aquella incipiente Villa del Rosario”
Falta poco para las seis de la tarde. El sol aprieta:
'' – ¿Habrá terminado de coser la bandera doña María Catalina? -piensa el General-
– ¡Avísenle que hoy es 27 de Febrero de 1812…! –exclama- ¡la mostraremos en la tapa del Billiken!
La bandera estaba terminada tal cual él la imaginó. Doña Catalina Echevarría de Vidal, hermana de Vicente Anastasio de Echevarría -amigo del Manu y quien lo hospeda en su casa camino al norte- había cumplido cosiendo ese paño azul celeste y blanco.
Belgrano recorre una y otra vez las barrancas del rio Paraná, ansioso, emocionado; y seguramente imaginando la alegría del Triunvirato al recibir la noticia:
''Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanco y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia.''
La izará el rosarino Cosme Maciel y no sabe aún que sin sacarse un 10 en la libreta, será el primer abanderado.
Ya son las seis de la tarde, Belgrano apura el paso. Frente a sus baterías ya formadas las mira con orgullo y toma juramento a su tropa que no mediría seguramente el peso determinante de ese acto frente al Monumento de hoy que los recordará para siempre.
Y allí se enarboló de una vez y para siempre frente a ambas baterías -independencia y libertad, nada menos- la bandera azul celeste y blanca.
No le quedó tiempo para festejar. Partiría velozmente hacia el norte de las Provincias ¿Unidas? Del Rio de la plata.
Atrás dejaba el Pago de los arroyos, la villa del Rosario ''ilustre y fiel Villa”, que luego y para abreviar, la llamarían Rosario. Ciudad qué gracias a él, tendrá el orgullo de convertirse en Cuna de la Bandera.
Sería para siempre desde 1812, Cuna de aquel: ''Sueño de una tarde de Belgrano''.
Y reiteradas veces nos preguntamos:
– ¿Dónde estará ese Manu Belgrano?
Nuestros escasos y elementales conocimientos dicen que está en libros de tapa dura, en especializadas revistas de historia y en billetes que se devalúan… Él no se devalúa: ¡nunca!
También, aseguran que está en alusivas pinturas y dibujos de grandes pintores; en ocasiones pensando, en otras, enarbolando. En otras escribiendo y en otras rodeado por un Cabildo y Congreso de 1816 que aún lo extrañan.
Que está en páginas relevantes de plumas que agigantan su figura.
En bajorrelieves en los mármoles del Monumento que rememora su creación.
Que su espíritu se encuentra en dos baterías que suenan y resuenan con dos ritmos contagiosos llamados Libertad e Independencia.
Se señala también que está al frente de ejércitos derrotados y victoriosos.
Que se encuentra en el nombre de calles importantes del país, bibliotecas, escuelas, estatuas ecuestres, en canciones y serias glosas.
A pesar de la escasez de nuestros conocimientos entendemos que lo señalado, es cierto.
Pero también nos pareció verlo entrando a una escuela para oír esperanzado lo que sienten y opinan los alumnos de su tiempo…
Hasta reflejado en los ojos de un pibe que en clase no supo de fechas precisas pero que sí lo había dibujado y pintado en su cuaderno y era la única página que cuidaba de no hacerle orejeras. En ese conservado viejo cuaderno que hoy le muestra con orgullo a su hijo; y éste, le muestra el suyo a su abuelo; un viejo que de chico, tal vez, pintó una bandera con otros colores pero se enorgullece de compartir el presente y futuro con su nieto…
Al Manu lo imaginamos pleno de orgullo y esperanzas el 27 de Febrero de 1812. Quizá, también llorando de impotencia al leer, en Jujuy, la carta que el Triunvirato le envió y él recibe tardíamente; aquella en la que lo retaban por la travesura del 27 de Febrero y le ordenaban desde Buenos Aires que disimulara y ocultara la nueva bandera… y el promete deshacerse de ella hasta que no queden ni rastros. Pocas cartas de la historia han sido tan dolorosas de leer, y más aún, escribirla.
¿Cómo te lo imaginás leyendo esa misiva?
Su dolido corazón le dictaría a su pluma, lo siguiente:
''La bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de ella… sin necesidad de que aquella se note por persona alguna, pues si acaso me preguntaren por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como éste está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente.''
La historia dirá que lo que se realiza con amor y coraje, vence al tiempo y a las órdenes proclamadas desde el miedo.
Muy pocos recuerdan los nombres de los hombres que componían aquel Triunvirato. En cambio, vos sabés muy bien quién fue el Manu Belgrano. Es ese mismo que cada mañana toma a tu hijo de la mano para recorrer los patios de las escuelas, las fábricas de sueños y las calles de la patria: la que él enarboló con su vida y tu hijo la dibuja con ternura infinita en la piel de su alma y la comparte con la hermandad que une e iguala.
Manu, vos la creaste un 27 de febrero de 1812; 200 años después, los pibes del pueblo no solo no la deshicieron sino que volvieron a coserla conforme a los colores de sus propios sueños… y ojalá, al de los tuyos.
Alta en el cielo / 2003 / Rosario / Cuna de la Bandera
“Alta en el Cielo” sabe a infancia.
Remite a crudos inviernos en el patio de la escuela mientras un compañero izaba la bandera.
“Es hermoso ver miles de manos con miles de banderas. Quizá también lo sea ver miles de manos en una sola bandera”
Con los pibes de Rosario, maestros, amigos, familiares y una temeraria máquina de coser, nos enhebramos el alma y convocamos a chicos y adultos del país a construir, retazo a retazo, la Bandera más grande y Unida del mundo… no para ganarle a ninguna otra, sino para que entren todos.
El propósito, coser las heridas y los sueños de una nación; sostener el tejido social y unir a la gente revalorizando nuestra cultura y diversidad señaladas en los distintos tonos de celestes y blancos que conforman esa simbólica y empírica excusa con forma de bandera: “la gente uniría la tela, la tela uniría a la gente”
Muy lejos de cualquier señal de chauvinismo o xenofobia; de hecho, la han cosido y desplegados extranjeros por entender con su corazón que alta en el cielo fue y siempre será una señal de hermandad.
Aún recordamos el 17 de junio, a ese puñado de utópicos con un frio que calaba los huesos, aguardando en el patio cívico del Monumento y alrededor de las máquinas de coser con ilusión y tremenda ansiedad que llegara el primer aliento, el primer retazo.
Llegó y comenzó con él la costura metro a metro de aquella inaugural bandera que llegó a 130 mts y nos pareció gigante, interminable en aquel despliegue del 20 de junio de 1999 a orillas del Paraná, en el querido Monumento nacional a la bandera. Nacía entonces alta en el cielo: el Monumento Emocional a la Bandera.
¿Si estábamos locos? ¡Claro que sí! Pero no seríamos los únicos.
Alta en el cielo llegó a medir 25 mil metros de amor consciente hecho bandera, como señal que: “Para producir una gran bandera se necesita del otro, y para construir una gran nación, también”
¡¡¡Y vamos por más!!!
Desde esta increíble, emocionante, conmovedora, valiosa y necesaria de ser transmitida experiencia… nos seguimos entramando codo a codo, con la distancia necesaria -mientras tanto- y los tapa bocas que igual permiten ver las emociones y las sonrisas plasmadas en las miradas… y en homenaje a todos/as y cada uno/a continuamos construyendo la historia, nuestra historia compartida…
Como parte de los procesos de sostén de lo educativo pese a la complejidad de los tiempos, enarbolando el orgullo de la docencia, continuamos con las propuestas que nos convocan y presiden el valor de lo escolar:
Seguimos virtualmente con los cursos virtuales de siempre
que reinician en agosto, nuevos cursos virtuales a partir del
mes de septiembre y el Ciclo de Conversatorios todos los
miércoles de agosto, septiembre, octubre y noviembre.
En torno a emociones y tareas compartidas y colaborativas, quiero cerrar esta editorial con una reflexión de la docente Gabriela Bertucci, Jardín Nº 14 “Caramelos Surtidos” de Ushuaia, quien participó de la Jornada Institucional “Los irrenunciables de la educación inicial: actualización de las “deudas pendientes” entre la virtualidad y la presencialidad”, a cargo de la Lic. Laura Pitluk, virtualmente (como corresponde al cuidado de la vida y la salud en la actualidad):
“Anhelo un regreso con gloria, con una escuela mejorada y una educación inicial fortalecida, construyendo puentes con un ir y volver hacia los niños y familias, siempre con afecto profesional, sin descuidar nunca el cuidado de la salud y de la vida misma.”
Con el afecto de siempre, Laura Pitluk.